Como gran parte de los entrenadores que llegan a la élite del fútbol, todo comienza con el balón al pie. De la mano del futbolista holandés, tanto el Ajax como la selección de Países Bajos alcanzarían los momentos más exitosos de su recorrido futbolístico. Cuando el fútbol holandés se encontraba inmerso en un período de desconocimiento y mediocridad, llegaron los años ’60 y, con ello, comenzó su irrupción a nivel europeo. El Ajax conquistó tres Copas de Europa que sirvieron como impulso a lo que comenzaría a hacer grande el legado de Johan Cruyff a nivel internacional: el nacimiento de la Holanda del ’74, la Naranja Mecánica Naranja Mecánica.
Tras las actuaciones sobresalientes de Pelé en los mundiales de Suecia ’58, Chile ’62 y México ’70, llegaba Alemania 74’. Todo aficionado ansiaba una actuación individual que pudiera acercarse a las que había protagonizado el jugador brasileño. Johan Cruyff, ya por ese entonces, jugador del FC Barcelona, reunía todas las condiciones para sustituir a O’Rei.

A pesar de no ser un habitual en las convocatorias de la selección nacional, su protagonismo en el Ajax le valió para que el combinado neerlandés contara con él para la cita mundialista. Johan Cruyff se había convertido en todo un abanderado del fútbol holandés a nivel europeo. A pesar de enfrentar un sorteo complicado en las dos fases del campeonato, la selección neerlandesa maravilló al mundo con el conocido como Fútbol Total. Johan Cruyff se postuló como eje capital del equipo que pasaría a la posteridad con el nombre de Naranja Mecánica.

La Naranja Mecánica

Acompañado de jugadores como Rep, Jansen o Neeskens y bajo la batuta de Rinus Michels, Johan Cruyff y Holanda se coronaron como subcampeones del mundo. No puderion completar el hito, ya que terminaron perdiendo la final frente a una Alemania liderada por el bicampeón del balón de oro, Franz Beckenbauer. La pizarra de Michels tuvo un reconocimiento a nivel mundial por su valentía e innovación con respecto a lo que todo aficionado conocía.

Retirarse no es el final… y Johan Cruyff lo tenía claro

Después de salir del FC Barcelona para partir hacia Estados Unidos, terminó volviendo a Holanda de la mano de Ámsterdam y Feyenoord.Tras ello, Johan Cruyff llegó a la ciudad condal para cambiar la historia del Barça y del fútbol. Tras 14 años sin ganar ningún título, el holandés llegaría al banquillo del conjunto blaugrana en 1988 , llevando a cabo una revolución a nivel de plantilla, para poder poner en práctica la idea de juego que traía. Cruyff volvió a la ciudad condal para cambiar la historia del Barça y del fútbol. Tras 14 años sin ganar ningún título, el holandés llegaría al banquillo del conjunto blaugrana en 1988, llevando a cabo una revolución a nivel de plantilla, para poder poner en práctica la idea de juego que traía.

Terminó siendo el responsable técnico de la primera Copa de Europa del club blaugrana en 1992, pionero en el toque de balón y el amor por el buen fútbol. Cualidades que, hasta hoy, siguen siendo parte de la carta de presentación de todo aficionado culé.

Quizás, su entrega y dedicación al fútbol hubiera sido aún mayor de no haber sido por los vicios nocivos que Johan Cruyff tenía, incluso en su etapa de jugador. A pesar de sustituir los cigarros por chupachups a su llegada al banquillo azulgrana, el cáncer de pulmón contra el que luchaba incondicionalmente provocó que el mundo del fútbol llorara la pérdida de uno de sus máximos exponentes y defensores el 24 de marzo de 2016.

Sin lugar a duda, hablar de Johan Cruyff es hablar del hombre que cambió la historia del fútbol moderno.
Gracias Johan.